Tu guía de confianza

Desde muy joven he tenido la suerte de poder viajar alrededor del mundo. Digo suerte porque siempre creo que el viaje abre la mente, permite descubrir otras culturas y te hace más tolerante, y permite también valorar muchas cosas que uno tiene sin darse cuenta.

A los 10 años empecé a viajar en grupos de adolescentes por Europa. Descubrí Suiza, Alemania, Italia, Grecia, Francia. Con miedo al inicio por separarme de mi familia, pero rápidamente la aventura me gustó. De una cierta manera, a pesar de la presencia de acompañantes adultos, tuve que tener una cierta autonomía, una cierta responsabilidad.

A los 14, ya se me abrió otros horizontes como Tailandia, para empezar, allí descubrí otro mundo, otra cultura, otra religión, se me quitó la venda de los ojos de que todo llega fácil. Allí empecé a valorar que fuera de nuestro mundo había otras cosas, mucha pobreza, cierto, pero tanta ternura en la gente, tanta generosidad, cosas que dan mucho que pensar.

Después fui a Senegal, otras perspectivas, pero siempre vi la misma generosidad y la misma ternura en personas que están dispuestas a dártelo todo, lo que para ellos es todo, sin condiciones, sin límites y con una sonrisa.

Descubrí también México, Canada, USA, de todos estos viajes, a parte el lado cultural y lingüístico, aprendí a convivir con gente de mi edad, aprendí a tolerar otras culturas, otras comidas, otros valores y creo que me he hecho adulta antes de tiempo, aprendí a reconocer que lo que tenía era un privilegio.

De adulta, mi conexión con los adolescentes es una necesidad. Con 4 hijos, 3 ya adultos, siempre me he involucrado en el mundo de la juventud, y lo sigo haciendo. Organicé varios viajes de fin de curso, y en los últimos meses, los dos que puedo destacar son uno a París, con un grupo de 16 alumnos, y lo que me llevé de este viaje es poder dar a estos chicos la oportunidad de ganarse el viaje, ayudándolos a vender productos o rifas. Se encontraron con una cultura europea, cierto, pero muy diferente de la española, algunos se encontraron por primera vez saliendo de su isla (Tenerife), lejos de sus padres, cogiendo el metro, y descubriendo una ciudad con encanto, con historia. Algunos estaban estudiando la revolución francesa y al ver Versalles reconocieron lo que estaban estudiando. Al regreso los profesores, encontraron chicos muy unidos, muy cambiados, más responsables, en  asignaturas como sociales o francés demostraron más interés en el estudio, mucho más activos y abiertos. Por todo eso, me llevo un recuerdo inolvidable, una recompensa increíble. Me transporté de una cierta manera a mi época de la adolescencia y estoy segura que poco a poco estos chicos también sabrán valorar lo que tienen, lo que cuesta un viaje y la vida, y tener una mente mas abierta, y sobre todo que se lo pasaron estupendamente entre ellos.

Mi segundo viaje, más reciente, fue con un grupo de 35 alumnos de Tenerife también, que fueron a Lanzarote. El descubrimiento de otra isla, no tan lejos como París, pero muy interesante. Regresaron con entusiasmo, con ganas de más, con afán de descubrir, y con una visión de compañerismo.

Se que hoy en día no es fácil para los profesores, decidir acompañar a unos chicos fuera de su ciudad, de su país, simplemente organizar algo. La responsabilidad es grande, pero la recompensa es inmensurable, tanto personal, como ver el cambio de estos adolescentes, y a veces de sus padres.

Mi pasión es viajar y conocer el mundo, desde muy joven, pero mi segunda pasión es la juventud, dar la oportunidad a estos chicos de vivir otra cosa que no sea la facilidad que muchas veces les damos los padres con la nueva sociedad.

Les invitó, sean adolescentes o profesores, a comunicarse conmigo, nada es inaccesible, nada es imposible, no encontrar excusas como el dinero, en mis dos recientes viajes  los padres no sacaron dinero de sus bolsillos, lo ganaron los chicos vendiendo con nuestra ayuda, la recompensa es optima. Les ayudaré lo mejor que pueda para encontrar un destino que sea cultural o lingüístico, o ambas, y desde el principio hasta el final, lo organizaremos juntos.

Viajar abre  la mente, da valores que parecen difíciles, permite descubrir un mundo diferente del nuestro, y eso hace que uno se vuelva adulto y responsable en el futuro gracias a la tolerancia.